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Cicatrices en nuestras familias (eBook)

Vida después de la muerte de un hijo
eBook Download: EPUB
2017 | 1. Auflage
272 Seiten
ANDAMIO EDITORIAL (Verlag)
978-84-946830-2-2 (ISBN)

Lese- und Medienproben

Cicatrices en nuestras familias -  Lidia Martín
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Frente a una de las tragedias más terribles que pueden sufrir unos padres como es la pérdida de un hijo o una hija, ¿cómo continuar viviendo? ¿Hay posibilidad de seguir adelante habiendo curado el corazón doliente? A través de varias historias cedidas por las familias, principalmente a través de la voz de la madre, se tratan los temas universales y recurrentes que van surgiendo en la elaboración de un duelo. Cada vivencia, narrada desde lo más hondo de corazones que aún sufren y echan de menos al que ha marchado para siempre, tiene una fuerza que atrapa en el relato y hace más sencillo el tratamiento y la comprensión de las cuestiones que se plantean, apelando tanto a las emociones como al comportamiento que se despliega para resolver la situación. Dado que en la mayoría de asociaciones para el duelo no está permitido hablar de cuestiones religiosas, esta obra precisamente exalta la vida desde la perspectiva de la alegría de conocer a Dios y las reflexiones que pueden venir a la mente humana cuando ocurren tragedias que asolan el espíritu.

El dolor presente.
Emociones encontradas.
Afligidos, pero no desesperados.
Padres y madres frente al dolor.
La culpabilidad en el duelo.
El dolor que no se marcha.
La necesidad del cuidado físico en el duelo.

CAPÍTULO 1

Antes de empezar a leer este libro debes saber...

Querido lector:

El libro que tienes entre manos es especial. En cierta medida, todos lo son, pero este, dada la sensibilidad y dureza del tema que aborda, lo es, si cabe, aún más. Sus líneas están escritas desde el corazón. Muchas de ellas, desde el corazón de madres principalmente (algunos padres y hermanos también) que han perdido a sus hijos, con todo lo que eso supone. Las otras, desde el corazón de quien les habla en este momento, que como madre también y aun no habiendo pasado por el trance amargo y dolorosísimo que ellas relatan, ha leído cada testimonio con estremecimiento profundo y pesar, pero también con profunda esperanza por cuanto de vida en ellos también se relata.

He de reconocerles que este proyecto, y el ofrecimiento de ser yo quien escribiera este libro, llegaron a mis manos de una manera un tanto particular. Mi profesión es la de la atención a personas en el campo de la psicología desde hace ya más de quince años. Mis creencias espirituales son profundas y arraigadas en el Evangelio que nos presenta a un Jesús cercano a los que se duelen y que tuvo un enfrentamiento cara a cara y victorioso con la muerte, tanto la propia como la de otros a quienes quería y amaba, como Lázaro, su amigo, por el que lloró ante su desaparición. Pero inicialmente, el corazón con el que me acerqué a los textos que a continuación les presento no fue ni el de la psicóloga, ni el de la creyente, sino el de la madre que no sabe ni siquiera si atreverse a imaginar, en alguna medida, la dosis de dolor que estas otras madres, que relatan un poquito de sus vidas, han podido sentir al perder a sus hijos. Sé que otros intentaron abordarlo antes que yo y no pudieron, así que no era un reto fácil.

Debido a circunstancias familiares particularmente difíciles y dolorosas en mi vida en ese tiempo, el momento en que se me ofreció escribir este libro era también especialmente sensible. Una siempre está aferrada a sus hijos, cómo no. Los sentimos como parte nuestra, como una extensión de nosotras si somos mujeres, además, ya que los hemos llevado en el vientre, cuestión para nada menor. Y hemos pasado desvelos por ellos, pero ninguno de ellos nos pesa, porque les amamos. Pero cuando las circunstancias vitales se vuelven en contra temporalmente y una pierde alguno de sus pilares esenciales, los que quedan se vuelven especialmente importantes. Más importantes, si cabe. Y se apoya aún más en ellos. Algo así sucedía en mi vida meses antes de que este material llegara a mis manos. Mi niña de seis años entonces era una de las piezas vitales que movía mi vida en esos momentos, más aún que en el pasado, si eso podía ser. Pero he de reconocer que, desde que me sumergí en estos testimonios, lo hace de una manera diferente, más ligera y confiada.

Muchas de las horas previas a recibir el ofrecimiento de escribir este trabajo, las dediqué con cierta angustia a llorar y temer mucho por la vida de mi hija. La mente nos juega malas pasadas y, coincidentemente, habían llegado a mis manos relatos y lecturas, además de las que componen esta obra, que me obligaban una y otra vez a considerar el asunto de la terrible muerte de un hijo. Es difícil leer sobre estos temas siendo madre y no pararse a pensar, aunque sea por un momento fugaz, que lo que a otros les pasó puede también sucederle a uno. Uno de los relatos que me acompañó la misma tarde en que me ofrecieron el proyecto tenía que ver con la historia de David, el gran rey de Israel. En una reflexión sobre uno de los salmos que escribió, el Salmo 103, se hablaba del dolor que el rey sintió al ver que la vida de su pequeño bebé se iba sin remedio. Hasta que la muerte llegó para ese niño y David mostró su dolor y rotura emocional. Sin embargo, yo solo podía pensar en Betsabé, su madre, viendo partir a su pequeño. Y no podía contener mis lágrimas pensando en cuántas personas habrán tenido que pasar por una experiencia similar, pero también, cómo no, siendo consciente de que esa situación también podría alcanzarme a mí.

Ante el miedo que esto produce, podemos sentirnos bloqueados y atenazados, aferrarnos a nuestros hijos como quien se aferra a lo único que tiene en la vida o, por el contrario, podemos hacer profundas reflexiones acerca de esa experiencia que a otros, desgraciadamente, les ha alcanzado y la que podría ser la nuestra, por qué no, en algún momento de nuestra vida. Sin paranoias, sin temores infundados, sin conclusiones apocalípticas, pero con profundo entendimiento de cuán frágil es a veces nuestra vida y la de nuestros hijos también.

Comprenderán que, después de una intensa tarde de llantos en el parque leyendo sobre el rey David mientras vigilaba a mi hija subida en los columpios y sufriendo en diferido, aunque de manera muy personal, por el tremendo dolor que podría haber sentido Betsabé ante su bebé muerto, llegar a casa y encontrar un correo electrónico ofreciéndome escribir acerca de madres que han perdido a sus hijos es, como mínimo, inquietante. Quien les escribe no cree en las casualidades y solo puedo pensar que, por difícil que me pareciera escribir sobre el tema, este material llegó a mis manos con un propósito que no entiendo, pero que acepto. No puedo verlo más allá de pensar que Dios mismo quisiera mostrarme algo con ello, que tenga algo que decirme o que decirles a otros con alguna de las reflexiones a las que los testimonios e historias personales me llevaron. Pero no es gratuito.

Hubiera sido mucho más fácil, créanme, decir que no aceptaba el proyecto. Mis tardes en ese último tiempo, sin duda, hubieran sido mucho menos intensas emocionalmente. Sin embargo, leer y releer, reflexionar y escribir sobre estas vivencias tuvo en mí un efecto completamente contrario al que esperaba, francamente. Muchos, al compartir sobre la intención de aceptar la propuesta, me pidieron que me lo pensara bien, sobre todo por el amor que me profesan y por lo duro que anticipaban que sería. De manera objetiva, parecía que yo no estaba en el mejor momento para escribir sobre este tema, al menos no sin derrumbarme emocionalmente cada dos líneas. Sin embargo, leer los testimonios y las vivencias de estas Flores (así se llamaban entre sí cariñosamente estas madres, apelando al nombre de la asociación que las unía, Flores de Edelweiss) no ha hecho sino fortalecerme psicológica y espiritualmente.

Por eso es que pienso que es un libro que merece la pena leer, tener, regalar, considerar, incluso cuando nuestra situación no es la de la pérdida de un hijo. Porque nos pone ante una realidad que todos tendremos que enfrentar: la de la muerte y no siempre solo la nuestra. Muchas veces la de otros a quienes queremos llega antes, como es el caso de estas Flores, y tenemos mucho que reflexionar, conocer y preparar de cara a esos duros momentos que a menudo la vida nos presenta.

El planteamiento del libro dista mucho de proponer una existencia vivida desde el miedo y la paranoia, como decía. Es más bien un canto a la vida, a la alegría de atravesarla desde la convicción de que hay una esperanza mayor que simplemente prolongar nuestros días aquí. Este libro habla de la muerte, sí, y de una muerte tremenda, como es la de los seres que más amamos, nuestros hijos. Pero es un libro que, principalmente, pretende hablar de la vida. De la que hubo aquí, de la que queda para quienes se quedan después de la partida de ese hijo y de la que nos espera más allá de estos días a los que hemos depositado nuestra fe en el único que venció a la muerte misma: Jesucristo.

Este libro es un tratado de vivencias de dolor, pero también de gozo, al contrario de lo que pudiera parecer a priori. Uno de los objetivos de la asociación Flores de Edelweiss que dio lugar a estas líneas, es que ese foro pudiera servir a las personas que a él se acercaran para poder compartir acerca de lo peor que les había pasado en la vida, sí. Pero también, y este es el verdadero punto diferencial, el auténtico desafío, poder gozarse juntas en lo mejor que la vida les había traído también: conocer a Cristo como Señor y Salvador de sus vidas y apoyarse unas a otras basándose en las promesas que Él trae ante el dolor. Todos y cada uno de los testimonios que aparecen en este libro tienen dos puntos en común. El primero es la muerte de alguien muy querido, casi siempre algún hijo. El segundo es el afianzamiento y profundización de la relación con Dios a partir del primero. Curioso, incluso aparentemente contradictorio, pero cierto. Tanto como lo son sus desgarradores testimonios.

Asumo que la postura planteada por estas madres, familiares, y por mí misma no es la más aceptada ni aplaudida en los tiempos que corren. Lo de creer en Dios y en lo que Él promete no se lleva en el mundo contemporáneo y siguen siendo, para muchos, el opio que calma el dolor de quienes se duelen. Pero mi planteamiento para ti, que te acercas a estas líneas, es que sigas leyendo incluso si no crees, por una sencilla razón. Si efectivamente ninguna de las experiencias, vivencias y cuestiones relacionadas con la fe que se abordan desde este libro fueran más que una fantasía, no perderías nada. Quizá solo unos minutos de tu tiempo. Tu vida seguiría tal cual. Tu muerte también. Sería, sin más, otro libro acerca de este tema. Puedes no creer en ninguna de las cosas que se relatan en lo tocante a la esperanza de estar en las manos de un Dios que todo lo sabe y que todo lo sana. O puedes decir, como a tantos les ha ocurrido, Si esto verdaderamente existe, lo quiero para mí” Ojalá tu caso sea el segundo.

Cada uno de los capítulos...

Erscheint lt. Verlag 28.3.2017
Verlagsort Badalona (Barcelona)
Sprache spanisch
Themenwelt Sachbuch/Ratgeber Gesundheit / Leben / Psychologie Familie / Erziehung
Geisteswissenschaften Psychologie Allgemeines / Lexika
Schlagworte afrontar la muerte • cicatrices • duelo • Familia • Muerte • muerte de un hijo • superar la muerte • superar la muerte de un hijo
ISBN-10 84-946830-2-0 / 8494683020
ISBN-13 978-84-946830-2-2 / 9788494683022
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