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Monstruo busca monstruo (eBook)

eBook Download: EPUB
2022 | 1. Auflage
496 Seiten
Nocturna (Verlag)
978-84-18440-14-4 (ISBN)

Lese- und Medienproben

Monstruo busca monstruo -  Diana F. Dévora
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Imagina un lugar donde la ambición del hombre ha originado monstruos. Eso es Adrax, una isla artificial llena de individuos que están por encima de la ley. Y también de verdaderos monstruos: seres sobrehumanos que han sido creados con un fin desconocido. Summer es uno de esos seres. Y, por supuesto, las relaciones sociales no son fáciles para alguien capaz de calcinar cosas cuando pierde los nervios. Ella lo sabe, y por eso protege a toda costa el único lugar donde siente que encaja: el grupo de mercenarios al que pertenece. Todo iría más o menos bien si Rayo Negro, el líder de la competencia, no estuviera empeñado en recordarle que es un monstruo al que sus compañeros acabarán traicionando. Sin embargo, el encargo de atrapar a un misterioso asesino hará que Summer deba enfrentarse a un pasado atroz y acabe temiendo que, en realidad, su peor enemigo tenía razón. 'Monstruo busca monstruo' es la primera parte de una adictiva serie llena de acción, giros sorprendentes y personajes inolvidables, retratados por la autora en las ilustraciones que acompañan el texto.

Diana F. Dévora es autora de cómics con influencia manga y una de las integrantes de Studio Kôsen. Desde 1998 ha publicado internacionalmente varias obras, entre las que destaca Saihôshi, el Guardián. En sus títulos cultiva una amplia galería de géneros con diversas temáticas, como la magia en Lêttera; el terror con ángeles y demonios en Daemonium; las aventuras en Windrose, Saihoshi o Stallion; y los superhéroes en la miniserie Gata de Madrid. Monstruo busca monstruo no es su primera novela publicada, pero sí es la primera vez que se atreve con una serie y, a la vez, es su proyecto más querido y personal.

Diana F. Dévora es autora de cómics con influencia manga y una de las integrantes de Studio Kôsen. Desde 1998 ha publicado internacionalmente varias obras, entre las que destaca Saihôshi, el Guardián. En sus títulos cultiva una amplia galería de géneros con diversas temáticas, como la magia en Lêttera; el terror con ángeles y demonios en Daemonium; las aventuras en Windrose, Saihoshi o Stallion; y los superhéroes en la miniserie Gata de Madrid. Monstruo busca monstruo no es su primera novela publicada, pero sí es la primera vez que se atreve con una serie y, a la vez, es su proyecto más querido y personal.

02

Godzilla contra

Gamera

Zoe, petrificada por la escena, se estremeció cuando Rayo Negro se giró hacia ella.

—Tira tu arma y sal de ahí.

La chica obedeció porque era lo más sensato. Al igual que Summer, aquel hombre poseía habilidades tan extraordinarias que llegaban a desafiar la lógica y contra las que no tenía nada que hacer. Bajó de la carretilla y se apartó de ella despacio. Comprobó que Rayo había venido acompañado de los tres miembros de su equipo y, todos vestidos con negras y elaboradas prendas de combate, se acercaban en ese instante a la puerta del muelle.

Uno de ellos, al que conocía por el sobrenombre de Neon, un joven de pelo corto rubio y de complexión delgada pero atlética, traía a Akira a punta de pistola y le obligó a colocarse junto a ella. Conor, un hombre afroamericano de imponente musculatura, se quedó junto a la cabina del camión. Y, por último, Irina, la única fémina del grupo, con su melena castaña sujeta con una bandana, salvó la altura del muelle de un pequeño salto.

—Pero si son los Wonderfulosos —comentó esta última, burlándose del rótulo de la furgoneta de sus enemigos—. ¿Sabéis qué…? Deberíais cambiar de tapadera más a menudo.

—¡Zorra, como le hayas hecho algo a Will…! —le espetó Akira.

Neon impidió que siguiera amenazando con un golpe en la parte posterior de la rodilla. Akira perdió el equilibrio y terminó postrado en el suelo, sintiéndose más impotente y furioso por momentos. Clavó la vista en el hombre al que culpaba de todas las desgracias que le habían ocurrido en el último año, empezando por la lesión de espalda que le había tenido fuera de combate varios meses y que aún le seguía pasando factura. En cambio, Rayo Negro, aquel cabrón que casi le condena a una silla de ruedas, examinaba el contenedor y ni siquiera se molestó en mirarle una sola vez. Como si no fuera más que un insecto que correteara por el suelo, fácil de ignorar, molesto pero insignificante.

Como en tantas otras ocasiones, juró de nuevo que un día se lo haría pagar.

Y entonces, a una velocidad vertiginosa, algo cruzó ante sus ojos y alcanzó a Rayo en el costado. No la distinguió hasta que no se hubo detenido. Era Summer, que volvía a la carga arrancándole una pequeña sonrisa de satisfacción.

Rayo Negro reaccionó a tiempo de detener el siguiente ataque, atrapando el puño de su rival con la mano.

—Atacando por la espalda, qué novedad.

—Vaya, ¿eso era tu espalda? —replicó Summer. Las llamas de sus pupilas prometían guerra.

Aprovechando la distracción que había creado su compañera, Zoe desarmó a Neon de una patada. Akira contribuyó con un barrido que logró mandarle al suelo. Irina no dudó en intervenir y, así, los cuatro se enzarzaron en una pelea que, pese a la agresividad generada por el odio compartido, parecía una versión descafeinada de la que estaban teniendo Summer y Rayo. Estos se golpeaban con tal violencia que cada impacto resonaba por toda la nave.

Summer, con una técnica que había aprendido a las malas, lograba desenvolverse bastante bien ante la gran diferencia de estatura. Y mientras evitaba que los puñetazos de su oponente la estamparan de nuevo contra las mercancías del almacén, advirtió que Conor se acercaba para ayudar a sus compañeros y, en consecuencia, poner en apuros a los de ella.

Rápidamente, saltó de espaldas, encogiendo el cuerpo en el aire para después lanzar ambas piernas en una patada que alcanzó de lleno el pecho de su enemigo. Rayo salió despedido hacia la entrada del muelle de carga, llevándose por el camino a Conor. Los dos hombres rodaron varios metros por el exterior del almacén.

Rayo Negro frenó clavando una mano en el pavimento y, al descubrir que aquel ataque había dejado sin sentido a uno de sus hombres, enrojeció de cólera.

—¡Puta asquerosa! —exclamó tras aterrizar de nuevo dentro del almacén—. ¡Acabas de joderla pero bien!

—Vamos, Rayo, yo no tengo la culpa de que estuviera en medio —se defendió ella—. Ni siquiera lo he visto con tu cuerpo de mastodonte delante.

Lejos de convencer a su enemigo, aquella excusa le enfureció aún más. Rayo exhaló un jadeo con tanta ira contenida que sonó como un gruñido. Extendió el brazo, con la palma abierta en dirección a Akira, que se encontraba peleando con Neon a pocos metros de ellos.

—¡No! —Al advertir sus intenciones, Summer le sujetó del brazo, desviándolo hacia arriba justo antes de que él descargara la particular energía a la que debía aquel sobrenombre. Una especie de relámpago, tan oscuro como la noche más cerrada, surgió de su mano y fue a estrellarse contra el techo del almacén, provocando un fuerte chasquido.

Akira y los demás se detuvieron en seco, mirándoles atemorizados. Eran conscientes de que se encontraban ante uno de esos momentos en los que de la decisión de aquellos dos dependía que se desencadenara o no una masacre.

Tras el primer ataque fallido, Rayo Negro apuntó de nuevo a Akira. Pero entonces se fijó en que la postura de su enemiga era un fiel reflejo de la suya, sólo que la persona que se interponía en la dirección que señalaba su palma, ahora incandescente, era Neon.

Desprendiendo un odio aún más temible que antes, los ojos de Rayo se clavaron en los de ella.

—¿Qué coño estás haciendo? Ojo por ojo, asúmelo.

—Lo que tú digas. —Por primera vez en aquel encuentro, no había el menor atisbo de burla en su expresión—. Espero que no les hayas cogido mucho cariño a estos pánfilos, porque no van a salir de esta.

El lugar se sumió en un silencio sofocante. Casi se podían percibir los acelerados latidos de aquellos cuatro, que, a pesar de ser sus vidas las que estaban en juego, no se atrevían ni a parpadear.

De repente, oyeron un ruido que casi les saca el corazón por la boca. Pero, por suerte, no se trataba del inicio del apocalipsis, sino de Conor, que se había subido de un salto al muelle de carga.

—¡Jefe, estoy bien! —El hombre fue a colocarse entre Rayo y sus compañeros—. Déjalo, no merece la pena.

—Haz caso al moreno, Rayo —le advirtió Summer sin dejar de observarle ni un segundo. Tenía que ser capaz de anticiparse a sus movimientos si llegaba el caso. Al ver que su enemigo bajaba por fin el brazo, se permitió suspirar con disimulo—. ¿Ves? Si es que nos ponemos tontitos por na…

No llegó a terminar la frase. Aprovechando que se hallaban próximos, Rayo giró sobre sí mismo y descargó sobre ella toda la energía que había acumulado. Summer fue arrollada por aquel torrente y la arrojó fuera del almacén, atravesando una de las ventanas que se encontraban unos metros por encima de los muelles.

Akira y Zoe presenciaron cómo su compañera salía propulsada cual misil y desaparecía de su vista en una exhibición de lo que era capaz aquel bestia que la tenía tomada con ellos. Para terminar de empeorar las cosas, acababan de quedarse indefensos ante él. De ahí que, cuando Rayo se volvió a mirarles, palidecieran. Akira sólo supo reaccionar cogiendo a Zoe de la muñeca para colocarla tras él. Un gesto al que su enemigo respondió con una ligera sonrisa de prepotencia.

Pero, en lugar de tomar represalias contra ellos, Rayo se dirigió a sus hombres:

—Encargaos de estos gilipollas y cargad ese contenedor en el camión. Avisadme por radio cuando esté hecho —ordenó, y salió tras su enemiga.

Summer trató de incorporarse con dificultad, descubriendo en el proceso que no había parte del cuerpo que no le doliera. Por si el batacazo contra el suelo no hubiera sido suficiente, aquellos malditos relámpagos —o latigazos, como los describía ella— la habían alcanzado de pleno, abriéndole heridas en toda la parte delantera y, de paso, dejándole la ropa hecha jirones.

—Y por esto no podemos tener cosas bonitas —murmuró, acordándose de lo que había dicho Will sobre su problema con la ropa.

Iba a girarse para regresar al almacén cuando se topó con el pecho de Rayo a escasos centímetros de su rostro. Una visión que le hizo dar un respingo.

—¡Joder! ¿Qué tal si dejas de aparecerte así?

En un gesto enigmático, él alzó el dedo índice.

—Fíjate. ¿Te das cuenta? —le preguntó.

—¿De que sabes contar hasta uno?

—De que estamos solos, Summer —enfatizó él.

Ella se encogió de hombros.

—¿Eso te pone?

La broma le costó un tremendo cabezazo. Acabó otra vez en el suelo, con la nariz ensangrentada y la sensación de que se le había caído un edificio encima.

—Una zona abierta y aislada, sin nadie alrededor a quien herir accidentalmente… —continuaba Rayo, sonriendo como quien da una buena noticia—. Dios, te voy a destrozar.

—Vale, lo pillo, lo pillo —dijo ella mientras procuraba que él no le arrancara el pelo al tirar para ponerla de pie. Y entonces, deteniendo de improviso el puñetazo que iba dirigido a su estómago, añadió—: Pero eso también vale para mí.

Rayo Negro percibió que la temperatura de su enemiga ascendía de forma drástica. Al instante, casi sin que le diera tiempo a protegerse, le sobrevino la explosión. Un fogonazo y acabó estampado en el lateral de uno de los enormes contenedores metálicos que había repartidos. Cayó al suelo...

Erscheint lt. Verlag 22.11.2022
Reihe/Serie Monstruo busca monstruo
Verlagsort Madrid
Sprache spanisch
Themenwelt Kinder- / Jugendbuch Spielen / Lernen Abenteuer / Spielgeschichten
Schlagworte acción • Ciencia ficción • mercenarios • Novela • superhéroes • superpoderes • villanos
ISBN-10 84-18440-14-7 / 8418440147
ISBN-13 978-84-18440-14-4 / 9788418440144
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