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Heidi (eBook)

(Autor)

eBook Download: EPUB
2022
1 Seiten
Lospplaznek (Verlag)
9783985512560 (ISBN)

Lese- und Medienproben

Heidi - Johanna Spyri
Systemvoraussetzungen
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El Ebook contiene las dos partes de la historia, Heidi / De Nuevo Heidi o también conocido como Otra Vez Heidi. Heidi ha dado fama internacional a Spyri, y es uno de los libros más leídos de la literatura suiza en el mundo. Lleno de inocencia, resalta los valores humanos y el amor hacia la naturaleza. Heidi es una niña huérfana (y cuyo nombre verdadero es igual al de su madre, Adelheid [Adelaida]), queda al cuidado de su joven tía Dette. Apenas la mujer encuentra una buena oportunidad de trabajo, lleva a la niña a vivir a la aldea de Dörfli (literalmente en el dialecto suizo alemán pueblito), en la comuna suiza de Maienfeld con su abuelo, a quien no conocía, y a quien los habitantes llamaban 'El Viejo de los Alpes', por ser casi un ermitaño. Heidi es cautivada por la vida en los Alpes, donde lleva un contacto directo con la naturaleza. Ahí conoce a Pedro, un chico que se encarga de pastorear a las cabras de los aldeanos, quien se convertirá en el mejor amigo de la pequeña y en su compañero de aventuras. Heidi vive feliz, pero alejada de la sociedad, pues su abuelo se niega a que acuda al colegio. La pequeña entabla sin embargo una gran amistad con la abuela y la madre de Pedro. Un año después de terminada la primera novela, apareció la segunda parte, De nuevo Heidi, que narraba las aventuras de la niña, alejada de las montañas por su tía, quien la había hecho contratar para hacer de damita de compañía de una niña inválida en Alemania, llamada Klara Sesemann. Klara forma parte de una de las familias más importantes de Fráncfort, y sufre una vida de encierro, únicamente acompañada de la servidumbre y de la Señorita Rottenmeier, quien ejerce como su tutora, ya que tanto el padre como la abuela de Klara permanecen poco tiempo en la ciudad por motivos de negocios. El encierro y la rigidez en la educación terminan por deprimir a Heidi, pero crea fuertes lazos de amistad con Klara y su familia. El padre de Klara, consciente de la depresión de Heidi, decide enviarla de regreso a los Alpes suizos. Heidi cambiaría la vida de la familia de Klara. Poco tiempo después de la partida de su amiga, Klara es enviada a visitarla a los Alpes, donde en medio de los bellos paisajes y rodeada por el cariño del abuelo, de Pedro y de Heidi, consigue caminar, cambiando su vida por completo.

Johanna Spyri nació el 12 de junio de 1827 en la aldea de Hirzel, en las alturas, a unos pocos km de Zúrich, fue una escritora suiza, conocida mundialmente por su relato infantil Heidi, la más famosa de las obras de esta autora, que ha hecho las delicias de todos los niños del mundo durante varias generaciones.

Johanna Spyri nació el 12 de junio de 1827 en la aldea de Hirzel, en las alturas, a unos pocos km de Zúrich, fue una escritora suiza, conocida mundialmente por su relato infantil Heidi, la más famosa de las obras de esta autora, que ha hecho las delicias de todos los niños del mundo durante varias generaciones.

Capítulo I


Camino de los Alpes


Desde la alegre y antigua ciudad de Mayenfeld parte un sendero que, después de atravesar verdes campos y densos bosques, llega hasta el pie de las majestuosas montañas, de imponente y severo aspecto, que dominan el valle. Después, el sendero empieza a subir hasta la cima de los Alpes, cruzando prados de pasto y hierbas olorosas.

Por esta vereda trepaba, en una mañana espléndida, una alta y robusta muchacha de la comarca, y a su lado, cogida de su mano, iba una niña, cuyas mejillas rojas destacaban en su rostro bronceado —lo que no era sorprendente, porque, no obstante, el fuerte calor de aquel mes de junio, la niña había sido arropada como en pleno invierno—. La pequeña contaría unos cinco años; era difícil hacerse una idea de su figura ya que llevaba dos o tres vestidos, uno encima del otro y, tapándolo todo, un gran pañuelo de algodón rojo que la hacía parecer algo informe. Con sus gruesos zapatos provistos de clavos en las suelas, la acalorada niña avanzaba con dificultad. Hacía cerca de una hora que las dos viajeras habían comenzado a subir por el sendero, cuando llegaron a Dörfli, una aldea situada a medio camino hacia la cima. La joven acababa de llegar a su pueblo natal, donde todos la conocían. Desde casi todas las casas salieron gritos de bienvenida, pero ella siguió caminando, aunque contestaba a los saludos y a las preguntas, y sólo se detuvo frente a la última casa de la aldea. La puerta estaba abierta. Una voz la llamó desde el interior.

—Espérate un momento, Dete. Si vas allí arriba, te acompaño.

Se quedó esperando. La niña soltó su mano y se sentó en el suelo.

—¿Estás cansada, Heidi? —preguntó la joven.

—No, pero tengo calor —respondió la niña.

—Falta poco para llegar; sólo un pequeño esfuerzo y en una hora estaremos arriba —le dijo su compañera para animarla.

En aquel momento salió de la casa una mujer corpulenta, de dulce aspecto, y se reunió con ellas. La niña se había levantado y echó a andar detrás de las dos amigas, que entablaron en seguida una animada conversación acerca de los habitantes de Dörfli y de las aldeas vecinas.

—Pero ¿dónde vas con esta pequeña, Dete? —preguntó la recién llegada—, ¿no es la hija que dejó tu hermana?

—Sí, es ella —contestó Dete—. La llevo al Viejo allí arriba, vivirá con él.

—¡Cómo! ¿Quieres que esta niña se quede con el Viejo de los Alpes? ¡Has perdido la cabeza, Dete! ¿Cómo puedes hacer semejante cosa? ¡Ya verás como el viejo os mandará de vuelta a casa!

—¡No puede hacerlo! Es su abuelo, ahora le toca a él hacer algo por ella, yo ya he hecho bastante. Te aseguro, Barbel, que no voy a dejar escapar el trabajo que me ofrecen, a causa de la niña.

—Si él fuera como los demás, no diría que no —respondió Barbel con viveza—. Pero tú le conoces, y ¿qué quieres que haga con una niña tan pequeña como ésta? No querrá quedarse con él. Pero, dime, ¿adónde pensabas ir?

—A Frankfurt —repuso Dete—. Un matrimonio que ya vino el año pasado a Ragatz me ofrece un buen empleo en su casa. En el hotel tenían la habitación en la planta donde yo estaba de servicio. Ya entonces quisieron llevarme con ellos, pero no acepté. Este año han vuelto y me ofrecen nuevamente el empleo ¡y esta vez iré, puedes estar segura!

—De lo que estoy segura es de que no me gustaría estar en el sitio de la niña —exclamó Barbel—. Nadie sabe qué pasa allí arriba. El viejo no quiere trato con nadie; jamás pisa una iglesia y cuando, por casualidad, una vez al año, baja de su montaña con su grueso bastón, todo el mundo le rehúye porque tiene un aspecto terrible con sus espesas cejas y su barba canosa.

—Todo lo que tú quieras —replicó Dete, un poco picada—, pero es el abuelo y por lo tanto tiene que cuidarla, no se le ocurrirá hacerle daño; en cualquier caso ¡será su problema, no el mío!

—Yo sólo quisiera saber —continuó Barbel— qué es lo que el viejo puede tener sobre su conciencia, para tener unos ojos tan terribles y vivir allí arriba sin tratarse con nadie. Corren toda clase de rumores acerca de él, algo habrás oído tú, por tu hermana.

—Por supuesto, pero me guardaré mucho de hablar. Si él se enterase después, estaría en un buen aprieto.

Sin embargo, hacía mucho tiempo que Barbel deseaba saber por qué el Viejo de los Alpes era tan solitario y por qué la gente hablaba de él en voz baja, como si temiese ponerse a mal con él, sin osar, no obstante, tomar su defensa. Tampoco sabía Barbel por qué toda la aldea le llamaba «el Viejo de los Alpes»; no podía ser el tío de todos los habitantes. Pero ella misma hacía como los demás y le llamaba así.

Barbel se había establecido en Dörfli hacía poco, después de casarse con un hombre de la comarca; hasta entonces había vivido en el valle, en Práttigau, y no conocía muy bien toda la historia de Dörfli y de sus habitantes. Su amiga Dete, por el contrario, había nacido y había vivido allí hasta que murió su madre hacía un año; entonces Dete se fue a vivir al balneario de Ragatz, donde se ganaba bien la vida como camarera en el gran hotel. De allí venía precisamente aquella mañana con la niña; hasta Mayenfeld pudieron viajar en un carro de heno conducido por uno de sus conocidos.

Ahora Barbel no quería dejar escapar tan buena ocasión para enterarse de algo; cogiendo a Dete familiarmente del brazo, le dijo:

—Tú podrás decirme lo que es verdad y lo que son invenciones de la gente; supongo que conoces toda la historia. Cuéntame algo del viejo, me gustaría saber si siempre ha sido tan huraño y tan temible.

—Esto no puedo saberlo con exactitud: sólo tengo veintiséis años y él debe de tener sus setenta. Así que comprenderás que no le he conocido cuando era joven. Si estuviera segura de que luego no se había de saber en todo Prattigau, te podría contar unas cuantas cosas; mi madre y él eran del mismo pueblo.

—Vamos Dete, pero ¿qué te piensas? —respondió Barbel un poco ofendida—. La gente de Prattigau no es tan cotilla, y yo, además, cuando es preciso, sé callarme. Cuéntamelo, verás que no tendrás que lamentarlo.

—Está bien, pero has de cumplir tu palabra —le advirtió Dete.

Antes de empezar a hablar, se volvió para asegurarse de que la niña no anduviese demasiado cerca y pudiese oírla. Pero Heidi había desaparecido. Probablemente hacía un buen rato que había dejado de seguir a las dos amigas sin que éstas, en el calor de la conversación, se hubieran dado cuenta. Dete se detuvo y miró a su alrededor. El sendero hacía algunas curvas, pero se podía seguir con la vista hasta Dörfli: no había nadie.

—¡Ah, ya la veo! ¡Mira allí! —exclamó Barbel, indicando con el dedo hacia el valle—. Está subiendo con Pedro, el cabrero, y sus cabras. Quisiera saber por qué sube hoy tan tarde. Pero es una suerte, así Pedro podrá vigilar a la niña y tú podrás hablar tranquilamente.

—No tendrá mucho que vigilar —dijo Dete—. A pesar de tener sólo cinco años, es lista; tiene ojos para ver y se entera de lo que pasa, de eso me he dado cuenta. Y mejor que sea así, porque el viejo no posee nada más que su cabaña y sus dos cabras.

—¿Acaso antes había tenido algo más? —preguntó Barbel.

—¿Ése? ¡Ya lo creo! —exclamó vivamente Dete—. Poseía una de las más hermosas granjas de la comarca de Domschleg. Eran nada más que dos hijos. Su hermano menor era tranquilo y serio, mientras él, todo lo que quería era hacer el señorito, salir por allí en compañía de gente sospechosa que nadie conocía. Se puso a jugar y a beber y terminó por perder todo el patrimonio. Su padre y su madre murieron de pena, y su hermano, al que también hundió en la miseria, se fue a no se sabe dónde; en cuanto al Viejo, que no poseía ya nada más que su mala fama,...

Erscheint lt. Verlag 30.3.2022
Verlagsort Vachendorf
Sprache spanisch
Themenwelt Kinder- / Jugendbuch Vorlesebücher / Märchen
Schlagworte de nuevo Heidi • Heidi • heidi español • Johanna Spyri • johanna spyri español • johanna spyri libros • otra vez heidi
ISBN-13 9783985512560 / 9783985512560
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