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Conversaciones con Paul Watzlawick. Reflexiones sobre Cibernética, Constructivismo y Terapia breve (eBook)

eBook Download: EPUB
2025 | 1. Auflage
216 Seiten
Ediciones Morata (Verlag)
979-13-87510-18-3 (ISBN)

Lese- und Medienproben

Conversaciones con Paul Watzlawick. Reflexiones sobre Cibernética, Constructivismo y Terapia breve -  Marcelo R. Ceberio,  Paul Watzlawick
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Este libro es especial por varios motivos. Es el único texto en formato de conversación, en el que Paul Watzlawick y Marcelo R. Ceberio desarrollaron -en tono de diálogo crítico y reflexivo, pero amable a la escucha- diferentes aristas teóricas y prácticas acerca de la comunicación humana. Como todo diálogo espontáneo, tuvo cierto desorden y fue dividido en diversos ejes temáticos, guardando siempre rigurosidad teórica y práctica. Sus páginas rezumen olores a Epistemología, Teoría de sistemas y Cibernética, a Constructivismo, Terapia Breve, Hipnosis ericksoniana, a la historia de la Terapia sistémica y de la comunicación. Los diálogos datan de 1994, como la foto de los actores de la solapa, y es notable que, después de tantos años, releer este texto fue como estar frente al Maestro de la epistemología constructivista otra vez: recordar su voz, sus expresiones, reflexiones teóricas, su cadencia de discurso, sus posturas corporales, sus gestos, sus definiciones: Nuestro mejor grabador es la memoria... suenan todavía en mis oídos no solamente sus consejos cuando soy terapeuta, sino cuando escribo. Espero que cuando leas estas conversaciones puedas no solo entenderlas sino sentirlas. Por eso el texto también posee una impronta no solamente teórica sino intensamente emocional. Paul Watzlawick fue maestro pionero de la psicoterapia breve, fue un ser humano correcto, generoso, austero, modesto y, sobre todo, respetuoso de sus colegas y compañeros de trabajo, cuyas enseñanzas han guiado a miles de terapeutas en todo el mundo. Fue un ser ávido de experiencias y aprendizaje. Un ser humano cuya figura ha alcanzado un lugar perdurable que, al final de cuentas eso es lo que hace la trascendencia en la vida: volvernos inmortales. Seguirá eternamente tecleando su vieja máquina de escribir en su oficina de Palo Alto y continuaremos escuchando su voz en cada sesión de psicoterapia, tal vez porque sus ideas y pensamientos ya no le pertenecen, ahora son patrimonio de la humanidad.

Introducción

De Buenos Aires a Palo Alto

 

 

 

Corrían los 60 y Palo Alto, cuna-escuela de las ciencias de la Comunicación Humana recibe al Paul Watzlawick. Es así que la nueva epistemología se inserta en el maestro y el maestro a la vez se inserta en la nueva epistemología. Sus padres intelectuales: Don Jackson y Gregory Bateson, son parte de su gesta conceptual. Pero no son menores en él las figuras de Milton Erickson y Heinz von Foerster. Admira recordando las open-house (casa abierta) de los días jueves, cita infaltable en lo de Gregory y todavía no encuentra explicación de los diagnósticos dados por Don Jackson.

Constructivista férreo, refiere en su epílogo de La Realidad Inventada, que el ser humano que transite por este tipo de pensamiento asumirá con mayor responsabilidad sus propias construcciones por lo tanto será más respetuoso y comprensivo de la opinión del otro y de este interjuego surgirá una vida en contacto con la libertad.

Esta es mi tercera residencia en el MRI. Generalmente desayuno temprano en una habitación de la casa de Rose Summer, una viejecita amorosa que me alquila una habitación en su casa gigante. Rose es libanesa, muy bajita y tiene un gran rodete de aproximadamente 10 cm con el que intenta alargar su figura. Me basta: tengo cama de dos plazas, baño en suite, y hasta un escritorio que mira al jardín del frente. Vivo repleto de libros y un orden moderado.

Todas las mañanas camino esas 5 cuadras agradables en el frío del invierno californiano, en general por la University Avenue con un tránsito silencioso. University es la calle principal que surca el centro de Palo alto y me recuerda a las calles que conformaban los pueblos del lejano oeste, esos de las series y películas en blanco y negro en la década de los 60 y 70. Llego saludo a la recepcionista y a todo el que me cruzo, pacientes, profesionales, personal administrativo y de limpieza; me sirvo café en la pequeña cocina de secretaría y subo al primer piso a la oficina de Karin Schlanger, la coordinadora de training del Instituto, que gentilmente la comparte conmigo. El escritorio mira hacia la ventana, entonces entre la persiana americana veo quienes pasan, entran y salen de consultorios, y casi siempre Dick Fisch pasa por el corredor central, se da cuenta que lo estoy observando y hace que se tropieza como el sketch de los payasos de circo. Es petiso, calva reluciente, siempre sus ojos achinados de una sonrisa fija instaurada en su rostro, y un pullover casi siempre tres tallas más grandes de la que le corresponde.

Escribo algunos artículos, algunos que ayudo a traducir, veo pacientes en espejo unidireccional, tomo clases, superviso. Esa es mi rutina cotidiana hace meses desde que decidí instalarme en Palo Alto temporariamente. En general todo el mundo desaparece con los estertores de la tarde, al máximo a las 18 h se va el último. Yo acostumbrado al ritmo argentino me voy a las 20 o 21 h, cuando empieza a aparecer el personal de limpieza, latinos en general, que ya me conocen que soy argentino cuando se asombran y me preguntan ¡qué estoy haciendo allí a esa hora!

Los miércoles 14:30 h en punto se reúne el Brief Therapy Center, es el momento en que se inician los turnos de terapias individuales, pareja y familia. También se reúnen los residentes con Karin Schlanger y los tres maestros: Dick Fisch, John Weakland y Paul Watzlawick. ¿A quién le tocará hoy ser el terapeuta de campo? Sea quien fuera es un aprendizaje fantástico. Si John es el terapeuta de campo, Dick, Paul, Karin y yo estamos dentro de cámara. Dick sonríe, hace algún que otro chiste, Paul cierra los ojos, parece adormentado, sin embargo, cuando sorpresivamente abre los ojos y cuando parece haberse quedado profundamente dormido, ¡algo clave señala!

Es una de las últimas veces que veré a John trabajar en vivo, dentro de unos meses ya no podrá venir al Instituto. No obstante, nos atenderá hasta sus últimos días en su casa de los Altos de Palo Alto. Una casa con estilo chino, tal la nacionalidad de su esposa. John (que era ingeniero químico y luego estudió Antropología en la Columbia University), nos recibía en su oficina de la casa a las 3 de la tarde. El sol pegaba en las persianas filtrando sus rayos que entraban en línea recta y remarcaban pilas y pilas de papeles y libros en total desprolijidad o tal vez en un orden superior.

John nos supervisaba, realizaba acoples teóricos, contaba alguna que otra anécdota con Gregory Bateson y Milton Erickson, mientras fumaba su pipa y expulsaba grosas bocanadas de humo que quedaban suspendidas en el aire a mediana altura y se notaban aún más por el efecto que causaban los rayos de sol. Lo grave, era que ya para ese momento dormía con respirador que le permitía regularizar su ritmo respiratorio, porque un virus le había desbarajustado su estabilidad en la respiración.

John era tal cual atendía. Cálido, refinado, metía uno que otro gag inteligente. En una oportunidad John decía: Un problema crea un sistema, y yo le respondía: un problema nace en un sistema John, a lo que él me replicó, un problema crea un sistema, mientras que yo le retruqué nuevamente con que un problema nace en un sistema. Siempre con una sonrisa e irónicamente dijo ¡Enough! (suficiente) un problema nace en un sistema, es ya a esta altura una obviedad, pero un problema crea un sistema, puesto que modifica a lo largo del tiempo, funciones, reglas, dinámica, niveles de estabilidad, etc., del sistema original, con lo cual se crea un sistema de un sistema.

En una de esas tardes, hablando de Erickson le pregunté como habían estado en sus sesiones de hipnoterapia con el gran gurú de Phoenix, cuando viajaban para sistematizar intervenciones con Haley. Entonces me respondió después de titubeos teatralizados Hummm, humm, ¡no me acuerdo!, mostrándome capciosamente que no se acordaba porque Erick­son siempre lo mantenía en trance hipnótico. Un año después en julio de 1995, John abandonaba este mundo, dejando todo su legado de sabiduría y calidez afectiva.

Cuando atendía Dick, la sesión era la de un actor refinadamente cómico. Preguntaba ericksonianamente, lento, reflexivo, sonriente, con su pullover arremangado y su magistral estrategia. Dentro de cámara, Paul continuaba su ritual y John prestaba atención extremadamente relajado y Karin y yo en argentino cuchicheábamos del caso. Fisch era médico, nacido en New York; después de ser psiquiatra jefe en un Hospital de Baltimore, decide dejar ese cargo y se muda a California. Debido a una depresión, es paciente de Jackson y luego de Haley, y siempre recuerda a Jackson como un hombre carismático e inteligente, de relaciones muy informales para lo que serían los psicoanalistas de esa época. Al ver los resultados en él mismo, inicia su formación en el MRI.

La tercera opción es que Paul atendiera. Cuando esto sucedía, la sesión se transformaba en seria y Paul, muy formalmente preguntaba, intervenía. Dentro de cámara, John y Dick hacían de las suyas. Un chiste, una ironía y a la vez la concentración en el caso. Los resultados eran el diagrama de una estrategia, las intervenciones y el diseño de una pres­cripción.

De estas cotidianidades surge este libro. Para esos momentos mis diálogos con Paul se habían acentuado por sobre otras actividades. En general nos reunimos en su despacho y comentamos casos, me supervisaba y me ayudaba a diseñar estrategias de abordajes y resolución de problemas. Hablábamos informalmente y de manera ocasional cuando nos cruzábamos en el patio central del MRI, cuando Paul rigurosamente bajaba de su despacho a la pequeña cocina para preparar su té. En general, él era más celoso de su intimidad, bajaba poco de su consultorio y mantenía el mínimo contacto con los otros profesionales.

Hasta que un día, en su despacho trabajando una supervisión, decidimos armar en coautoría algunas publicaciones, tanto libros como artículos que estarían compuestos por artículos de él, otros míos, y otros compartidos. Solo un sueño. Así es que pensamos empezar con conversaciones abiertas en donde fluyeran temas espontáneamente. Ya a esa altura, yo dictaba clase en los cursos para hispano parlantes en donde el plantel docente estaba compuesto por John, Paul, Dick, Karin y yo y ocasionalmente Martín Wainstein —colega de la Argentina— con quien traíamos grupos de formación.

Con Paul compartíamos la clase, al igual que con Karin. Cuestión que yo, después de años, tenía memorizado cada tramo de su exposición, qué tema teórico se articulaba con qué ejemplo clínico, qué anécdota seguía en la disertación. Con el tiempo y los olvidos del maestro, como él sabía que yo sabía (de sus amnesias y la clase memorizada), me hacía una mirada cómplice para que retomara la ilación mientras él intentaba ayudar a su memoria.

En el mismo año 1994, a posteriori de nuestras reuniones grabadas en Palo Alto, Paul aceptó por fin la propuesta de dictar un seminario en la Argentina. Viajó con Vera, su esposa italiana y 600 personas vinieron a verlo. En esos momentos fue el Instituto Gregory Bateson de Buenos Aires, con el que organizamos el evento. Fue un seminario fantástico y poblado de anécdotas en toda su estadía. Ese viaje fue una total complicidad entre un padre anciano y un hijo que se transforma en padre de su padre. Con Vera, conociendo mi gusto por la ópera, me trajeron un VHS con los tenores en un concierto en San...

Erscheint lt. Verlag 27.5.2025
Sprache spanisch
Themenwelt Geisteswissenschaften Psychologie Allgemeine Psychologie
Schlagworte psicoterapia
ISBN-13 979-13-87510-18-3 / 9791387510183
Informationen gemäß Produktsicherheitsverordnung (GPSR)
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