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Cómo actúa el espíritu en el mundo (eBook)

Dios y el alma en el contexto de la ciencia contemporánea

(Autor)

eBook Download: EPUB
2025
280 Seiten
Ediciones Encuentro (Verlag)
9788413395616 (ISBN)

Lese- und Medienproben

Cómo actúa el espíritu en el mundo -  JAVIER
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La ciencia contemporánea ha dejado de lado a Dios y al alma. En el mejor de los casos, se considera que lo espiritual pertenece a un ámbito sobrenatural, ajeno a lo científico; en el peor, que lo espiritual contradice a la ciencia. ¿Pero es esto realmente así? Este libro no trata de demostrar la existencia de Dios o del alma: ni desde la filosofía ni desde la ciencia. Por el contrario, trata de explicar por qué la narrativa científica moderna ha cerrado la puerta a lo inmaterial y cómo, paradójicamente, los propios avances científicos actuales pueden volver a abrirla. El autor traza un modelo para explicar cómo actúa el espíritu en el mundo, pero también por qué emergen novedades en la naturaleza o qué significado tiene la existencia del mal. Una propuesta audaz, con un estilo a la vez riguroso y divulgativo, que desafía los patrones establecidos y ofrece nuevas perspectivas para la conexión entre ciencia y fe.

Javier Sánchez Cañizares (Córdoba 1970) es doctor en Física y Teología. Investigador del Grupo Mente-Cerebro del Instituto Cultura y Sociedad y del Grupo Ciencia, Razón y Fe (CRYF) de la Universidad de Navarra, ha recibido el Premio Razón Abierta y la acreditación de catedrático. Se dedica a las relaciones entre ciencia y religión.

Javier Sánchez Cañizares (Córdoba 1970) es doctor en Física y Teología. Investigador del Grupo Mente-Cerebro del Instituto Cultura y Sociedad y del Grupo Ciencia, Razón y Fe (CRYF) de la Universidad de Navarra, ha recibido el Premio Razón Abierta y la acreditación de catedrático. Se dedica a las relaciones entre ciencia y religión.

I. El alma en la historia del pensamiento y las religiones

Según el historiador de las religiones Mircea Eliade (1907-1986), el término «alma» se puede encontrar en cada período de la historia, en cada civilización, en cada antropología filosófica y en cada comprensión religiosa. Sin embargo, las referencias al alma son prácticamente inexistentes en las ciencias empíricas contemporáneas. ¿Existen razones suficientes para ello? Mi contribución pretende responder negativamente a esta pregunta en dos pasos: primero, mostrar la tendencia general en la ciencia moderna a identificar causalidad con causalidad eficiente y emergencia con emergencia epistémica o débil; segundo, presentar evidencias que apunten hacia una recuperación de la causalidad formal en la ciencia actual. Tal recuperación puede permitir entender el alma como principio formal último de determinación del cuerpo humano —lo que realmente nos hace humanos— y abre la puerta a una comprensión más integral de las actividades inmateriales del ser humano, así como a la posibilidad de una existencia inmaterial del alma humana después de la muerte. Pero vayamos por parte y dirijamos la mirada, inicialmente, a la historia del pensamiento y a las religiones.

Lo inmaterial en las civilizaciones antiguas

Prácticamente todas las civilizaciones y religiones a lo largo de la historia emplean un término similar a «alma» o «espíritu» para referirse a lo que da vida a los seres vivos, sin necesidad de reservar el término para los seres humanos. Con diferentes connotaciones, se puede decir que la referencia al ama es moneda común en la historia de las ideas y la humanidad, aunque no siempre se lleve a cabo una elucidación crítica de su significado preciso, como lo entenderíamos hoy. Etimológicamente, en las lenguas principales, el alma está relacionada con la respiración (en el hebreo antiguo, en el sánscrito, en Platón), con el enfriamiento de un principio superior (en Aristóteles, en Orígenes), con lo que no tiene sangre o es viento (para la lengua latina), o con un principio de automovimiento (en inglés, alemán y griego antiguo) (O’Callaghan 2002).

Se discute si las comprensiones primitivas del alma acentúan más bien la dimensión religiosa y ética o más bien la cosmológica. Ambas dimensiones no tienen por qué estar en oposición, aunque si se privilegia la prioridad del alma en su dimensión cósmica, parece más difícil mantener y defender la singularidad y unicidad de los seres vivos individuales, especialmente los seres humanos, que parecerían estar subordinados al cosmos. Sí parece claro que la muerte de los vivientes tiene que ver con la pérdida del alma, que se ausenta o desaparece. Merece la pena señalar que Heródoto concede a los egipcios el primer lugar en la historia a la hora de postular un alma inmortal que sobrevive a la muerte corporal, para renacer sucesivamente. Con el andar del tiempo, el cristianismo, y la filosofía que se desarrolla a partir de este, enfatizará la dimensión personal del alma como principio de individuación del ser humano y como creada directa e inmediatamente por Dios.

En cualquier caso, aunque las connotaciones anteriores parecen privilegiar la comprensión del alma como un principio espiritual o inmaterial, no ha sido necesariamente así a lo largo de la historia del pensamiento, donde se han dado dos concepciones principales, aunque claramente opuestas, del alma humana: la llamada posición «espiritualista» (Pitágoras, Platón, Plotino, Agustín, Descartes, Leibniz) y la «materialista» (Epicuro, Lucrecio, Hobbes, Marx, Comte, Engels) (O’Callaghan 2002).

El «alma» en las religiones no judeocristianas

Es difícil hacer una descripción, incluso muy somera, de cómo se trata la cuestión del alma y su inmaterialidad en las religiones que quedan fuera del contexto religioso judeocristiano o del contexto filosófico occidental. Para empezar, podemos decir que algunos autores han visto en el animismo —la creencia en la existencia de un principio superior que reside en lugares y objetos— el origen de la actitud religiosa y de las religiones en general. Sin embargo esta visión está hoy en día más desacreditada y se asume que el animismo involucra solo una referencia precrítica al alma2 (Poupard et al. 1987, p. 74).

A modo de sumario muy general podemos decir lo siguiente: en la tradición hinduista, los vedas hablan de atman como la realidad interior que permite que un ser subsista, aquello que le otorga aliento, vida y vigor. En ese sentido, es una realidad inmortal e incorpórea, inefable, y distinta del cuerpo. No obstante, atman no es un concepto idéntico a la idea occidental del alma como forma del cuerpo. Atman se puede llegar a conocer mediante la vía de la interioridad y, por eso, se puede desligar del cuerpo si se entrena para ello según una disciplina adecuada. Por otra parte, atman es idéntico a brahman —el atman supremo pero no realmente diferente de atman. La diferencia entre uno y otro es conceptual y radica en el camino a partir del que se accede a cada uno de ellos: a través de la interioridad del microcosmos humano, atman, o de la exterioridad del macrocosmos, brahman (Poupard et al. 1987, p. 146). En el budismo, que puede considerarse una herejía o desviación del hinduismo de los vedas, se rechaza la identidad entre atman y brahman, e incluso se rechaza el mismo concepto de atman. La razón no es tanto una postura materialista sino la negación de fondo de cualquier tipo de yo individual o universal (Poupard et al. 1987, p. 233).

El islam, por su parte, no aporta nuevos matices relevantes acerca del alma. Para esta religión, la grandeza del hombre reside en el testimonio y servicio del único Dios. El muslim es alguien sometido a Dios, que otorga al creyente un triple viático: su Palabra (el Corán), su Profeta (Mahoma) y su Comunidad (la Umma) (Poupard et al. 1987, p. 872). La reflexión adicional desde la fe sobre la supervivencia del ser humano no tiene especial interés, hablando de modo general y resumido, porque depende absolutamente de la voluntad del Dios clemente y misericordioso.

Ahora bien, la esperanza en otra vida más allá de la muerte corporal forma parte del patrimonio común de las religiones. De hecho, en el conjunto de la historia de la humanidad, la negación de la vida después de la muerte es un fenómeno relativamente reciente y minoritario. Otra cuestión es cómo pueda suceder eso más allá del misterio que envuelve dicho tránsito. Las religiones suelen asegurar «que queda algo del desparecido: un doble, un alma, una realidad que vive de manera diferente, ya sea de forma invisible, ya en forma de reencarnación (reviviscencia)» (Poupard et al. 1987, p. 376). De manera más particularizada, la idea de una supervivencia individual y personalizada está más presente en religiones con la idea de un Dios próximo a los hombres y solícito con cada uno de ellos.

La ayuda que, para tal tipo de creencia, presta un concepto como el de alma se puede intuir a partir del problema que, lógicamente, se plantea: «¿cómo puedo ser yo mismo sin el cuerpo? Si solo soy mi cuerpo, es inconcebible toda supervivencia, y la muerte equivale a la nada. Tal sucede con el animal, identificado totalmente con su cuerpo y que desaparece con él. Por el contrario, el hombre que pretende ser independiente de su cuerpo reduce a este a la categoría de un ropaje accesorio» (Poupard et al. 1987, p. 376). Obviamente, este problema se convertirá también en una de las cuestiones clásicas para el pensamiento con el nacimiento de la filosofía, especialmente a partir de Sócrates.

El alma como principio vital para la filosofía griega clásica

Mientras que en la Grecia presocrática la noción de alma tiene connotaciones principalmente intuitivas y místicas, uno de los principales legados de la edad de oro de la filosofía griega es la consolidación de la «sustancialidad» del alma.

Con Platón (c. 427 a.C.-347 a.C.) y Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.), la referencia al alma se da principalmente en el contexto ético y religioso del individuo humano. Para Platón, hay un cierto antagonismo entre el alma y el cuerpo, puesto que la primera precede al segundo y le sobrevive, siendo inmaterial. Para Aristóteles, el alma es forma sustancial del cuerpo, dándose entre ambos una unión mucho más estrecha de lo que sugiere Platón y estando mucho menos clara la subsistencia del alma humana después de la muerte. No obstante, tanto para Platón como para Aristóteles el alma humana es diferente del cuerpo y es principio de vida: el primero destaca su inmaterialidad e inmortalidad y el segundo su continuidad con el resto del mundo natural y su papel formal como primer y último acto del cuerpo humano. Podríamos decir que esta tensión recorre todo el desarrollo posterior de las filosofías acerca del alma. En terminología aristotélica podríamos preguntarnos: ¿cómo es posible que el nous, principio espiritual capaz de las operaciones intelectuales, sea también idéntico con o parte fundamental de la forma sustancial, del ser humano? Las formas naturales son materiales en el sentido de darse siempre «materializadas» en la naturaleza. ¿Pero podrían existir formas separadas? Aristóteles no parece dar respuesta a esta pregunta.

En el período helenístico, los epicúreos se aproximarán más a la visión materialista, con su afirmación de que las almas están compuestas de átomos sutiles, que son los componentes...

Erscheint lt. Verlag 25.4.2025
Reihe/Serie Nuevo Ensayo
Verlagsort Madrid
Sprache spanisch
Themenwelt Geisteswissenschaften Philosophie Logik
Schlagworte ciencia y fe libro • Demostración existencia de Dios • el alma y la física cuántica • espiritualidad y ciencia • libros sobre Dios y la ciencia • libros sobre espiritualidad católica • mejores libros sobre la existencia de Dios • peso del alma 21 gramos
ISBN-13 9788413395616 / 9788413395616
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