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Disparates emocionales (eBook)

¡Basta ya!

(Autor)

eBook Download: EPUB
2025
144 Seiten
Plataforma (Verlag)
9791387568023 (ISBN)

Lese- und Medienproben

Disparates emocionales - Eva Bach
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(CHF 7,80)
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Alguien lo tenía que decir, y quién mejor que una de las pedagogas más reconocidas de nuestro país. Eva Bach alza la voz para advertirnos del caos que impera en el ámbito de las emociones, donde actualmente influencers y gurús, a menudo sin titulación o experiencia, propagan todo tipo de consignas y recetas muchas veces carentes de fundamento, que distorsionan la visión de las emociones, nos impiden entenderlas y atenderlas sanamente, y hacen que continuemos siendo sociedades emocionalmente enfermas o inmaduras. Para prevenirnos, Eva identifica distintas «educaciones emocionales» que ni educan ni son sanas, y deshace treinta malentendidos y disparates que circulan temerariamente y a todo gas por las redes sociales. Eva les da la vuelta, uno por uno, y nos ofrece una brújula brillante, delicada y muy necesaria, con las claves para una transmisión y un crecimiento emocional sanos, «para que tus emociones te inspiren, y no te engañen ni te manipulen».

Eva Bach Cobacho (Manresa, 1963) es licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona, pedagoga, maestra, conferenciante, formadora de formadores, profesora de posgrados universitarios, madre y abuela. Ha sido una de las pioneras en la introducción de la educación emocional en los ámbitos educativo y familiar. Es patrona de la Fundación Joviat, asesora pedagógica y formadora del Gobierno de Navarra, y miembro del Consejo Asesor de la Asociación de Maestros Rosa Sensat. Colabora en medios de comunicación. Es autora de distintos libros publicados en Plataforma Editorial. Ha sido nombrada embajadora de Manresa, su ciudad natal.

Eva Bach Cobacho (Manresa, 1963) es licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona, pedagoga, maestra, conferenciante, formadora de formadores, profesora de posgrados universitarios, madre y abuela. Ha sido una de las pioneras en la introducción de la educación emocional en los ámbitos educativo y familiar. Es patrona de la Fundación Joviat, asesora pedagógica y formadora del Gobierno de Navarra, y miembro del Consejo Asesor de la Asociación de Maestros Rosa Sensat. Colabora en medios de comunicación. Es autora de distintos libros publicados en Plataforma Editorial. Ha sido nombrada embajadora de Manresa, su ciudad natal.

12 maneras equivocadas de entender y atender las emociones


Hasta hace poco, las principales diferencias en la manera de entender y atender las emociones y la educación emocional eran las que se daban entre un enfoque de corte más marcadamente cognitivo-conductual, por un lado, y un enfoque más humanista, por el otro. Personalmente, siempre me he sentido más en sintonía con los planteamientos humanistas, aunque he considerado y valorado igualmente los cognitivo-conductuales.

Estas dos tendencias confluyeron y se observaron en uno de los primeros grandes movimientos que impulsaron la educación emocional en nuestro país, el I Congreso Nacional de Educación Emocional, celebrado en Barcelona en el año 2000. A pesar de las diferencias, ambas visiones coinciden en dos aspectos capitales: tienen raíces sólidas en las diversas disciplinas del saber que nutren la educación y la crianza (pedagogía, psicología, filosofía, biología, sociología, literatura, etc.) y siempre han tenido en cuenta los descubrimientos científicos sobre las emociones. Además, promueven la investigación rigurosa y el avance en este ámbito, incluso a veces de manera conjunta y complementaria. Así, las discrepancias entre estos dos enfoques en algunas cuestiones son, más que un motivo de discordia o confusión, enriquecedoras y sirven para poner de manifiesto la complejidad de las dimensiones socioemocionales.

Actualmente, debido en gran medida al acceso masivo a las redes sociales y al nuevo marco de referencia que estas conforman, han surgido una infinidad de «educaciones» y crianzas emocionales que se alejan de las tradiciones académicas reconocidas. Carecen de fuentes contrastadas y referentes claros y están desvinculados de estudios, investigaciones empíricas o trabajos de campo, y, además, en ellos se mezclan ideas de todo tipo y procedencia, lo que lleva a simplificaciones, generalizaciones, equívocos, distorsiones, falsedades e incluso a auténticos disparates.

He identificado doce tipologías desencaminadas o desvirtuadas de transmisión, crianza o educación emocional, que expondré a continuación. No son las únicas, pues seguro que hay algunas más. Son diferentes pero tienen algunas similitudes y puntos de contacto entre ellas, y todas cuentan con suficiente gancho y atractivo para pasar por buenas y verdaderas, a pesar de que en muchos casos no lo sean. Por eso es vital que aprendamos a identificarlas.

Estas doce tipologías proponen visiones erróneas, reduccionistas o sesgadas de las emociones. En apariencia, puede parecer que las acojen y las comprenden, pero en realidad las tapan, reprimen, invalidan, manipulan o quieren cambiarlas de manera automática, instantánea o imposible. Sobre todo en lo que respecta a algunas emociones en concreto, normalmente a las consideradas «negativas», una denominación que no comparto, ya que prefiero llamarlas emociones ingratas, incómodas, difíciles, displacenteras, perturbadoras o dolorosas.

Estas son las doce tipologías desencaminadas o malas prácticas de transmisión y educación emocional que encontrarás explicadas a continuación:

  1. Analgésica
  2. Antiemocional
  3. Profiláctica
  4. Mr. Wonderful
  5. Fast food
  6. A base de «tips» o recetas
  7. Domesticadora
  8. Saltimbanqui
  9. Ultracientífica o cientifista
  10. Ultrasistémica y antisistémica
  11. Emotionalwashing
  12. Modo influencer

1. Transmisión o educación emocional analgésica


Hace siglos que impera la transmisión o la educación emocional analgésica. De hecho, la transmisión emocional tradicional ha seguido claramente este enfoque. Sin embargo, la educación emocional que surgió en los años noventa se contrapuso a ella, y por este motivo la analgésica tradicional está menos presente en las redes sociales. Esto no significa, no obstante, que la hayamos superado, pues la tenemos tan interiorizada que funciona como un automatismo y a menudo aún la practicamos, a pesar de que ahora sabemos que no es saludable.

Su principal objetivo es anestesiar las emociones dolorosas. Se trata, pues, de protegernos —y de proteger a los niños y los adolescentes— de cualquier tipo de preocupación o aflicción. Para lograrlo, se emplea cualquier estrategia, desde evitar hablar de duelos y tristezas hasta recurrir a la distracción, la evasión, la actividad constante, la sobreprotección, la desatención o la invalidación del mundo interior, la proyección hacia el exterior o incluso la medicación, que sigue una línea ascendente exorbitante. El consumo de fármacos para evitar el malestar emocional es astronómico y no deja de crecer.

La finalidad siempre es evitar el dolor emocional. Alguien puede preguntarse qué tiene de malo, y la respuesta es la misma que si alguien quisiera evitar siempre y de inmediato cualquier tipo de dolor o malestar físico. Ambos pueden ser síntomas de problemas o disfunciones más profundas, por lo que tomarnos un calmante cada vez que nos duele algo no es una solución adecuada, segura ni definitiva. Hay heridas y dolencias físicas u orgánicas que no pueden adormecerse sistemáticamente y que deben tratarse, ya que no solo no se curan ni cicatrizan solas, sino que anestesiarlas o desatenderlas puede cronificarlas o agravarlas, con terribles consecuencias en algunos casos.

Con el dolor emocional sucede lo mismo que con el físico. No atenderlo puede acarrear graves perjuicios, algo que vemos en el aumento actual de trastornos mentales y alimenticios, y en las autolesiones en niños y adolescentes. En muchos casos, estos problemas tienen un fuerte componente simbólico. Reflejan desiertos emocionales interiores, soledades profundas, miedos existenciales silenciados, heridas del alma o necesidades afectivas y de vinculación mal atendidas, que crecen en la sombra, sin que nos demos cuenta de ello, hasta que estallan cuando ya son graves. Lo que tenemos que evitar no es el malestar o el dolor, que a veces son inevitables, sino que estos se enquisten y deriven en trastornos, lo cual requiere abordarlos, no anestesiarlos.

2. Transmisión o educación emocional antiemocional


Aunque pueda sonar contradictorio que haya transmisiones o educaciones emocionales antiemocionales, existen. De hecho, la transmisión analgésica lo es, igual que también lo son todas las que menosprecian determinadas emociones y se centran en combatirlas sea como sea. Podríamos decir que este tipo de transmisión o crianza emocional quiere eliminar las denominadas emociones «negativas».

Sin embargo, mientras que la educación emocional analgésica busca evitar sobre todo la tristeza y el dolor, la antiemocional pretende eliminar también el miedo, la rabia y todas las emociones derivadas de ellas, incluso a veces algunas maneras de vivir y de expresar el amor o la alegría. Otra gran diferencia entre ambas transmisiones es que la analgésica emplea estrategias de evitación para ignorar o silenciar las emociones dolorosas e ingratas; es decir, no se habla de ellas y punto. La antiemocional, en cambio, no las rehúye, sino que las aborda, pero lo hace con el objetivo de invalidarlas, censurarlas o cambiarlas por otras de signo contrario. Así, por ejemplo, pretende sustituir cuanto antes la tristeza por la alegría, la rabia por la calma, la ansiedad por la confianza o el miedo por la valentía, como si este cambio fuera siempre posible y automático.

Podemos reconocer este tipo de educación antiemocional de dos modos. Por un lado, porque sus mensajes van a menudo precedidos por un «no»: no tengas miedo, no llores, no te enfades, no te preocupes. Por el otro, porque invitan a deshacerse de estas emociones con frases del tipo: libérate de la ansiedad, de la rabia, vive sin miedo o sin tristeza. Para ello, recurre a estrategias parciales que actúan solo en un plano mental, como por ejemplo argumentos racionales y consignas verbales o bien se ciñen exclusivamente al movimiento corporal o ejercicios físicos que no tienen en cuenta el psiquismo ni el sentir interno de la persona, y que incluso lo contradicen.

Dado que querer transformar o trascender las emociones ingratas es un objetivo absolutamente natural y legítimo, es muy fácil caer en una transmisión emocional antiemocional si no se comprende profundamente la estructura intrapsíquica de la persona y no se acepta su vulnerabilidad. Existen escuelas y abordajes psicoterapéuticos obsesionados, por ejemplo, con cambiar la rabia por gratitud; a pesar de que lo primero que hay que hacer con la rabia es reconocerla y aceptarla. Y, si persiste, lo más saludable es practicar una autocompasión humilde por sentir rabia en lugar de amor o gratitud. Saber acogerla, por ingrata que sea, es un acto honesto y bondadoso, que acostumbra a tener efectos mitigadores.

3. Transmisión o educación emocional profiláctica


Este tercer tipo de transmisión y educación emocional se caracteriza por un planteamiento exclusivamente preventivo, por lo que su objetivo principal es evitar cualquier riesgo, conflicto o perturbación interna. Por ello, entiende la educación emocional como una herramienta de prevención de cualquier contrariedad o malestar emocional.

Hay que decir a su favor que, sin duda, la transmisión emocional debe tener una dimensión preventiva y ser un factor de protección frente a trastornos, perturbaciones y conflictos. Sin embargo, no debe centrarse tan solo, ni en mayor medida, en la prevención. El acento, en cambio, hay que ponerlo en promover la salud más que en evitar la «enfermedad», en favorecer una vivencia emocionalmente saludable más que en evitar...

Erscheint lt. Verlag 22.1.2025
Verlagsort Barcelona
Sprache spanisch
Themenwelt Geisteswissenschaften Psychologie Allgemeine Psychologie
Schlagworte desarrollo emocional • Educación • emociones • redes sociales • salud mental
ISBN-13 9791387568023 / 9791387568023
Informationen gemäß Produktsicherheitsverordnung (GPSR)
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